lastampa.it
por Stefano Mancini
Será la mala suerte. Será la lluvia que no cae nunca en el momento justo. Será Ferrari que no acertó con las últimas evoluciones. La única certeza es que los adversarios están lejos de nuevo, triunfadores hasta parecer inalcanzables. El resbalón de Fernando Alonso es el signo de una temporada problemática: un accidente a seis vueltas del final, producto de las acostumbradas ganas de remontar que acaban en arrebato. Y los arrebatos conducen al error. Demasiados errores.
«No es cierto que haya tenido muchos errores ete año. Mis adversarios no lo han hecho mejor -se defiende el piloto español-. ¿Para qué me servía el octavo puesto? Había que arriesgar». Incluso al inicio desafió al azar cuando, embestido por Barrichello (bonita manera de celebrar su 300º premio), entró a boxes en la primera vuelta y montó gomas de mojado. Inmediatamente se despejó el cielo. Una maldición. En la crono sucedió algo parecido. Más que un meteorólogo, en Maranello necesitan un exorcista.
Siete finales, así definió Alonso el sprint por el título de 2010. La primera ya terminó (mal), otra podría no celebrarse, ya que la pista coreana, a mes y medio del GP, tiene un defecto: no está asfaltada. Los puntos de diferencia con el líder en la general de pilotos son 41(traducido en posiciones: una victoria y un segundo puesto), en la de constructores 180, una vorágine insalvable, ya que la aportación de Felipe Massa es insuficiente. Su sexta posición de ayer se transformaba en cuarta cuando Vettel eliminaba a Button y a sí mismo. Desde el punto de vista de Ferrari, esta es la única buena noticia: dos de los aspirantes al título vuelven a casa sin puntos. «Alguna vez puede sucederle a los otros -se consuela Alonso- y entonces quizás gane yo. La carrera continúa».
Stefano Domenicali pide a los suyos una reacción inmediata después de permanecer dos semanas en Monza. Los aspectos fundamentales del GP de Bélgica, según el jefe de dirección deportiva, son las prestaciones inferiores a las esperadas y un resultado completamente inesperado, condicionado tanto por el accidente con Barrichello como por las condiciones meteorológicas desfavorables. «No adoptamos estrategias del tipo “o todo o nada” - sostiene Domenicali -. A toro pasado todos somos muy listos». La variabilidad de los resultados deja un atisbo de optimismo. Tras los GPs de Alemania y Hungría, los McLaren parecían estar sufriendo una profunda crisis, a casi un segundo de Ferrari.
Ayer, en Bélgica, las cosas fueron muy distintas. Lewis Hamilton dominó sobre el asfalto seco y flotó sobre la lluvia, acariciando peligrosamente una barrera de protección: uno de los escasos estremecimientos en su carrera perfecta, tercera victoria de la temporada y decimocuarta de su trayectoria profesional, bellísima al obtenerla en uno de los circuitos más fascinantes y difíciles. El líder del Mundial es él de nuevo, y para Monza partirá como favorito, mientras su compañero de equipo pierde posiciones en la general. Esto significa que Hamilton podría recibir un trato de favor por parte de su equipo. El mismo trato de favor invocado por Mark Webber, ayer segundo (tanto en el orden de llegada como en la general): «Red Bull pronto deberá apostar por un único piloto».
La próxima carrera es en Monza, GP de Italia. Ferrari siente el aire de casa, Alonso hace promesas que calienten el corazón de los tifosi. El trazado es el más favorable al F10 de todos los del calendario: un templo de la velocidad, sin demasiadas curvas rápidas. Red Bull tiene (o finge) miedo: «Este circuito es nuestro punto débil», ha cuchicheado un portavoz del equipo austríaco. Domenicali no se fía: «Queremos ser débiles como ellos». En Maranello evocan el 2007: a dos pruebas del final, la ventaja era de 17 puntos. La carrera es todavía larga.
Foto: elmundodeportivo.net
Texto: tr@ducción lastampa.it
por Stefano Mancini
Será la mala suerte. Será la lluvia que no cae nunca en el momento justo. Será Ferrari que no acertó con las últimas evoluciones. La única certeza es que los adversarios están lejos de nuevo, triunfadores hasta parecer inalcanzables. El resbalón de Fernando Alonso es el signo de una temporada problemática: un accidente a seis vueltas del final, producto de las acostumbradas ganas de remontar que acaban en arrebato. Y los arrebatos conducen al error. Demasiados errores.
«No es cierto que haya tenido muchos errores ete año. Mis adversarios no lo han hecho mejor -se defiende el piloto español-. ¿Para qué me servía el octavo puesto? Había que arriesgar». Incluso al inicio desafió al azar cuando, embestido por Barrichello (bonita manera de celebrar su 300º premio), entró a boxes en la primera vuelta y montó gomas de mojado. Inmediatamente se despejó el cielo. Una maldición. En la crono sucedió algo parecido. Más que un meteorólogo, en Maranello necesitan un exorcista.
Siete finales, así definió Alonso el sprint por el título de 2010. La primera ya terminó (mal), otra podría no celebrarse, ya que la pista coreana, a mes y medio del GP, tiene un defecto: no está asfaltada. Los puntos de diferencia con el líder en la general de pilotos son 41(traducido en posiciones: una victoria y un segundo puesto), en la de constructores 180, una vorágine insalvable, ya que la aportación de Felipe Massa es insuficiente. Su sexta posición de ayer se transformaba en cuarta cuando Vettel eliminaba a Button y a sí mismo. Desde el punto de vista de Ferrari, esta es la única buena noticia: dos de los aspirantes al título vuelven a casa sin puntos. «Alguna vez puede sucederle a los otros -se consuela Alonso- y entonces quizás gane yo. La carrera continúa».
Stefano Domenicali pide a los suyos una reacción inmediata después de permanecer dos semanas en Monza. Los aspectos fundamentales del GP de Bélgica, según el jefe de dirección deportiva, son las prestaciones inferiores a las esperadas y un resultado completamente inesperado, condicionado tanto por el accidente con Barrichello como por las condiciones meteorológicas desfavorables. «No adoptamos estrategias del tipo “o todo o nada” - sostiene Domenicali -. A toro pasado todos somos muy listos». La variabilidad de los resultados deja un atisbo de optimismo. Tras los GPs de Alemania y Hungría, los McLaren parecían estar sufriendo una profunda crisis, a casi un segundo de Ferrari.
Ayer, en Bélgica, las cosas fueron muy distintas. Lewis Hamilton dominó sobre el asfalto seco y flotó sobre la lluvia, acariciando peligrosamente una barrera de protección: uno de los escasos estremecimientos en su carrera perfecta, tercera victoria de la temporada y decimocuarta de su trayectoria profesional, bellísima al obtenerla en uno de los circuitos más fascinantes y difíciles. El líder del Mundial es él de nuevo, y para Monza partirá como favorito, mientras su compañero de equipo pierde posiciones en la general. Esto significa que Hamilton podría recibir un trato de favor por parte de su equipo. El mismo trato de favor invocado por Mark Webber, ayer segundo (tanto en el orden de llegada como en la general): «Red Bull pronto deberá apostar por un único piloto».
La próxima carrera es en Monza, GP de Italia. Ferrari siente el aire de casa, Alonso hace promesas que calienten el corazón de los tifosi. El trazado es el más favorable al F10 de todos los del calendario: un templo de la velocidad, sin demasiadas curvas rápidas. Red Bull tiene (o finge) miedo: «Este circuito es nuestro punto débil», ha cuchicheado un portavoz del equipo austríaco. Domenicali no se fía: «Queremos ser débiles como ellos». En Maranello evocan el 2007: a dos pruebas del final, la ventaja era de 17 puntos. La carrera es todavía larga.
Foto: elmundodeportivo.net
Texto: tr@ducción lastampa.it
El tiempo no acompañó a las previsiones de la escudería, se configura para algo que luego no sucede, la pregunta que me haría yo es ¿era necesario ir a tácticas extremas y alejadas de lo que hacen los demás en ese gran premio?, creo que no, que se debe arriegar cuando se tiene casi todo perdido, pero, eso sí, se han tomado decisiones que si llueve según se pensaba, ahora se hablaría del tremendo acierto, un abrazo
ResponderEliminarayy cavallino ahorita estoy sumida en un debate interno, no se si seguir optimista o ya resignarme. porque recuerdo lo de kimi que tampoco daba nada por el y ganó, nunca lo llegue a creer, pero ahorita ha habido mala suerte y errores humanos, tantos, que a estas alturas todo lo veo tan imposible.. y escucho a alonso con sus declaraciones tan optimistas y pienso que no se... habrá que ver.. saludos!
ResponderEliminarEste año Ferrari solo le queda un objetivo, ganar en Monza. Luego dedicarse al 2011.
ResponderEliminarSpa ha vuelto a reunir la historia de Ferrari de este año y ha vuelto a recordarnos que Hamilton es el unico que hace meritos para ser campeon, again.
Un saludo.
Fue un cúmulo de cosas que no salieron bien, desde el sábado todo empezó a fallar y el domingo se siguió así, pero bueno, ahora a pensar en Monza y con las ganas de ver a Alonso ganando allí.
ResponderEliminarSaludos
Si les llega a salir bien serían unos auténticos héroes para muchos de los que ahora no dudan en tratarles como villanos. Puxa Alonso! Forza Ferrari!
ResponderEliminarSaludos, silvo!
Yo de ti seguiría optimista, sin duda, luego te sentirás mejor pase lo que pase. Hay pilotos que siempre son campeones, ganen o no ganen. Para mí Alonso es uno de ellos. Y todavía puede llevarse el título.
Saludos, silf1!
Lo ideal sería un doblete de Ferrari en Monza para que los ánimos subiesen como la espuma. A mí me gustaría que siguieran intentándolo este año, que no bajen los brazos. Hamilton hace méritos para ser campeón cuando hace carreras como la de Spa, sin embargo, en otras, no se comporta como tal, y lo que demuestra es que todavía le viene grande lo que significa esa palabra, por lo que no me haría muy feliz verle ganando el título, además, cuando cierro los ojos, a quien veo en lo más alto este año es a Fernando.
Saludos, Hiarbas!
Salió todo fatal, para colmo Fernando abandona, fue un asco, pero bueno, vendrán tiempos mejores, esperemos que hagan acto de presencia ya en Monza.
Saludos, pro_magicalonso!