Tras el Ferrari Challenge Trofeo Pirelli, pruebas privadas con los FFXX, mis favoritos. Los motores suenan a tope, son bestiales ¡y preciosos!

Y ¡por fin!... hacia las dos y media... Fernando Alonso.
Pilotando un Ferrari Indianápolis de 1954. Me pareció pequeñito y delgado, y he leído hoy que se va a quedar hecho un fideín para el año que viene por lo del KERS. Si pincháis sobre la imagen, os ocupará toda la pantalla, y se puede disfrutar mejor.
Felipe Massa iba también al volante de un Ferrari Indianápolis de 1957, salieron juntos, pero no sé por qué, hice sólo esta foto a Fernando. Aquí tenía el sol de cara, y era un tostón poder verlo todo mientras intentabas hacer fotos o grabar. Al pasar por delante de nuestra tribuna, Fernando saludó e, instintivamente, le devuelves el saludo, te emocionas como nunca y te sientes feliz de estar ahí, de agradecerle, en forma de aplauso, toda la emoción que te ha hecho sentir en cada carrera.
En el siguiente vídeo se ve a Fernando y a Felipe y a la comitiva de Ferraris encabezada por Montezemolo. Ésta fue la parte más emocionante...
Y escuchar a Fernando en directo. Primero en español.
Después en italiano.
Y nuevamente en español hablando sobre el Ferrari del 54.
Finalmente, Luca Badoer, Felipe Massa y Fernando Alonso al volante de tres unidades del F60. He leído hoy que quizás aprovechasen para probar alguna pieza de 2011.
Hubo piques y todo.
El colofón. Una lástima que no pudiésemos disfrutarlo de cerca. Todo esto ocurría en la calle de boxes.
Las Ferrari World Finals continuaron, pero eran las cuatro ya, hacía rasca, y había que ir al apeadero de Cheste a coger el cercanías hasta Valencia. (Allí, en el apeadero, entre naranjos, aproveché para comerme mi bocadillo de sobrasada y queso. Mmmmm... rico, rico.) Fernando no salía más, y fuimos muchos los que decidimos dar por terminada la fiesta.
Ayer, al llegar a casa, me sentía cansada y decepcionada, esperaba algo parecido al año pasado, donde Fernando estuvo muy visible al público. Pero bueno, hoy se me ha pasado, y estoy muy contenta de haber podido estar tan cerca de mi piloto, y haberme emocionado con él en directo. El espectáculo automovilístico es sensacional, es una mezcla de sentidos que en algún momento te pone la piel de gallina. Volvería a ir, sin duda. Eso sí, me llevaría una gorra.
Con mucho cariño, cavallino